Compartimos con ustedes, un escrito que nos hizo llegar Crystal V Carrizales. ¡Gracias por compartirlo!
Karla aún recuerda con tristeza el
día que salió a comer con su padre. Rara vez lo veía. Esto debido a que los
papás de Karla se separaron cuando era apenas una bebé. Todo termina en una
visita al mes si tenía suerte. Para ella él era un desconocido. Esos años pasaron,
y aunque hubo muchos juguetes que le regalaba, nada pudo llenar el vacío que sentía.
Las veces en las que ella se enfermaba del estómago, cuando fue su cumpleaños,
su primer diente, su graduación de primaria, en fin, nada pudo llenar ese vacío.
Su papá la recogió de casa de su mamá a las
tres en punto. Por lo general, él nunca era puntual y muchas veces Karla
esperaba media hora, una hora, dos... podían inclusive pasar días y ella no
sabía de su padre, hasta que levantaba el teléfono, lo llamaba y él simplemente
decía:
-Disculpa, me tuve que ocupar. -Pero
ese día, su cumpleaños once, iba a ser distinto. Karla estaba fastidiada y de
una vez esperando lo peor, pero este día su papa vino temprano. Bajó del coche,
saludó a su mamá, y le dijo a su hija.
-Esta vez nos vamos a divertir mucho
tú y yo, ¿qué quieres comer?
-Comida italiana.
-En ese caso no debes de tener
hambre.
-Tengo mucha hambre, esperé para
comer contigo.
Así fue como Karla y su papá se
dirigieron al primer restaurante italiano que encontraron. Tenían panes de ajo
hechos a mano, que lucían apetitosos. El lugar era de un color café claro y
parecía más bien panadería, pero tenían una variedad de pizzas, de panes y espagueti.
Su papá fue deprisa al baño, cuando regreso tenía la nariz empolvada, estaba drogado.
El cajero del lugar le dijo:
- ¿En qué le puedo servir,
caballero? Tenemos el especial de dos pizzas por 50 pesos, el de pasta y una
rebanada por 80 y una pizza entera por 180 pesos- Dijo el cajero del lugar.
A mí deme la pizza y el espagueti
por ochenta, a mi hija, mmm... ¿qué es lo más barato que tiene?
-Dos panes de ajo a 20 pesos.
-Deme eso.
Karla se sorprendió.
-Pero papá... tengo mucha hambre...
Y en cuanto le entregaron los panes
a su papá, éste los lanzó al suelo.
-Ahí está la comida. -Dijo su papá.
Y así Karla comió en el suelo con
lágrimas saliendo de sus ojos.
Crystal V Carrizales
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