Amor.Última llamada - Esther Mor

¡Saludos! En esta nueva entrada les compartiremos algunos fragmentos de los libros de   algunos escritos, con la finalidad de que puedan leer un pedacito de su mágica. ¡Claro! Si, sé animan pueden comprarlo. El grupo de Facebook “El baúl de los escritores y lectores” empezó una dinámica donde los autores compartiremos esos momentos trágicos de sus novelas.

Les comparto el fragmento del libro Amor. Última llamada que escogió la escritora Esther Mor.

He escogido este fragmento de "Amor, última llamada", en el que Lidia se enfrenta a sus sentimientos y no es capaz de asimilarlos. Es un momento en el que siempre siento escalofríos al leer, no importa que casi lo sepa de memoria.

Siento mi vida vuelta del revés, en un hogar demasiado grande para mi sola, perdida en mis sentimientos. Un lugar que apenas parece un hogar, sin miembros. Solo yo.

Miro el vídeo de mi propia boda, parando las imágenes que más recuerdos me traen. Las fotos de mi efímero amor. Paso las páginas de los álbumes de fotos acariciando cada detalle con la yema de los dedos. Sin tener ni idea de cómo enfrentarme a un día más sin su motor. Me dejo arrastrar por la tristeza, sin nadie por quien disimular ante el espejo de mi alma.

Los ojos se llenan de lágrimas, una vez más. Si estuviera aquí mi pequeña, ya me habría arrancado de entre las manos las fotografías a las que tanto me aferro. Me obligaría a levantarme, a lavarme la cara y enfrentarme a mi destino. Pero como ella no está aquí, puedo revolcarme en mi malestar y llorar por mi mala suerte en la vida. Sollozar a mi antojo preguntando qué hice, tan terrible en otra vida, que me trajo esta desgracia.

¿De qué malvado hecho me acusa el karma para merecer el peor castigo? Sin duda, el macabro destino que me provocó esta pérdida tan enorme se tiene que deber a algo atroz, tremendo, para merecer tan desmesurado pago.

Me duermo entre lamentos, soñando sus labios sobre los míos, su calor recordado en mi cuerpo por siempre y para siempre. Con la manta del sofá sobre las piernas y la televisión encendida. Emite un estúpido programa al que no presto atención, pues no me interesa.

Me queda como única alternativa soñar sus besos, añorar el tacto de sus dedos, tristes por su evocación mis labios, piel y alma entera.

COMPRAR.

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