Entrevistando a Alex Gil Zulueta

¡Saludos, lectores! En esta nueva entrada les compartiremos una entrevista que le realizamos al autor Alex Gil Zulueta. ¿Cómo pueden participar en ella? Solo comunicándose con nosotros por medio del formulario del blog o por mensaje de Facebook. Sin duda, agradecemos de antemano la disponibilidad y amabilidad del autor de haber colaborado en nuestro espacio.

Sin más empecemos con  la entrevista….
Desde que empecé a escribir, hace ya varios años, siempre me pregunté si existía alguna fórmula, vamos a decir… “mágica”, para escribir buenos libros.
Algunos escritores enviarían esta pregunta a la hoguera al más puro estilo de la inquisición. «El único secreto es la práctica», dicen. Y sí, la práctica es importante. Pero con el tiempo he comprendido que con eso no basta.
Y es que existen tres Reglas de Oro, las cuales son mi prioridad a la hora de escribir.

Regla número uno: Innovar.
Vivo para escribir historias que el mundo jamás ha visto. ¡Los tópicos me dan alergia! Si me pusiera a escribir sobre un niño que es aceptado en una escuela de magia, ya podría hacer las maletas y cambiar de profesión.
Me gusta escribir historias originales, frescas. Que sorprendan y sean inolvidables. En realidad, no es tan difícil. El secreto es ponerse en la piel de un niño.

Regla número dos: Inspirar.
No creo en las historias vacías. Esas que no transmiten un valor, una enseñanza, una reflexión. Leer no es solo un entretenimiento. Es una forma de crecer como persona. El valor está en las emociones. Una prueba de ello: de todas las personas que han leído Nikko, uno de mis libros, ni una sola se ha referido a las escenas de acción (que están muy bien trabajadas), sino a los valores de la amistad y el asombro.

No es inspirarse para escribir, sino escribir para inspirar.

Regla número tres: ¡Divertirse!
Cuando decimos «escritor», nos viene la imagen de un hombre gris, sentado a la mesa, aporreando las teclas de su ordenador con semblante serio.
En mi caso, es tan simple como esto: si no me divierto escribiendo, no produzco buen material. Escribir también es divertido. ¡Debe serlo!
Cambiemos la imagen por esta otra: una persona sonriente que hace bailar sus dedos sobre el teclado, y que cuando termina una buena escena, se levanta de un salto, choca las palmas y exclama: «¡Toma ya! ¡Lo he petado!»

Con estas tres reglas podría resumir también por qué soy escritor. Porque es una forma de dar rienda suelta a mi creatividad. Porque me permite inspirar a los demás y ayudarles a crecer. Y porque… ¡me encanta hacerlo!

Por supuesto, los escritores sabemos que esto no siempre es fácil. Hay momentos duros, de indecisión, de sueños que amenazan con romperse en
mil pedazos. «¿Gustará mi obra?», «¿Conseguiré publicarla?», «¿Lograré vender bastantes ejemplares?»

Cuando estas preguntas empiezan a revolotear por mi mente, veo con claridad cómo mi escritura se marchita. Pero también tengo una fórmula mágica (o casi mágica) para solucionar esto:

Centrarme en el proceso.
Uno de mis mentores suele decir que «hay que centrarse en la pasión del proceso, y ser indiferentes en el resultado».

Cuando me centro en lo que estoy escribiendo, y en la pasión que siento al crear la historia, cuando me olvido del futuro y me anclo en el aquí y el ahora, todo fluye.Y creo que esto vale para cualquier profesión. Todo es más fácil cuando te centras en lo que estás haciendo, en vez de darle vueltas al futuro, algo que, por cierto, no existe.

Voy a revelarte algo que nunca he contado.
Pasé mis primeros tres años como escritor redactando mi primera novela. Durante todo ese tiempo tenía en mente terminarla y publicarla. Era el objetivo por el que escribía cada día.
Y cuando por fin la tuve terminada, decidí guardarla en el cajón. Como lo lees. El trabajo de tres años terminó abandonado en un cajón.Lo hice, entre otras cosas, porque la historia no estaba preparada; no llevaba todo lo que yo quería. Es difícil de explicar. Simplemente, no era el momento.

Y dirás: «pero bueno, entonces ¿tres años tirados a la basura?»

Ni mucho menos. Todas esas horas de trabajo fueron experiencia, vital para escribir mi siguiente novela, está sí, la primera que publiqué: Nikko, Primera Parte: Sombra.
Aquella novela abandonada no fue un fracaso. El verdadero fracaso habría sido no intentarlo.
Y no, no me he olvidado de ella. De hecho, te cuento un secreto: mi página web lleva su nombre en su honor: El Mundo de Solana.

Como en todo trabajo creativo, la mayor barrera que encuentras en tus inicios… eres tú mismo. Se puede ilustrar de esta manera: para construir un edificio, los materiales salen de una fábrica. Pues bien, para construir un libro, todo el material sale de ti. Así que debes cuidar mucho tu interior.

En mi caso, tuve que enfrentarme a una gran falta de seguridad, miedos, creencias limitantes, y mejorar muchos aspectos de mi carácter.

El viaje para ser escritor supone, inevitablemente, un viaje increíble de desarrollo personal. No solo creces como profesional. Cada historia que escribes te hace crecer también como persona.

¿Sabes? Y creo que habrás notado esto durante toda la entrevista. Me considero un escritor divertido. No en el sentido de escribir payasadas, sino en el de hacer que tu lectura sea divertida, amena, que te robe alguna sonrisa. Y esta también es mi filosofía como maestro. El aprendizaje siempre es mejor cuando es divertido.

¿Sabes? Desde pequeño, las estrellas han sido algo que me ha inspirado poderosamente en momentos puntuales de mi vida.

Cuando tenía unos seis o siete años, volvía de un viaje tumbado en el asiento de atrás del coche. Era de noche y podía ver el cielo estrellado por el cristal trasero. En aquel momento escuché cómo las estrellas me silbaban. Era extraño, pero fue una experiencia muy dulce.

Más tarde, a los catorce años, fui a un campamento de verano con el colegio, a un bosque. Una noche salimos de excursión, y pude ver el cielo más estrellado que he visto en mi vida. Las estrellas inundaban el cielo, brillando como diamantes. Creo que aquella fue la semilla que me marcó como escritor. Imagino que por eso mi firma de escritor lleva una estrella.

A los diecinueve años, me encontraba de acampada en lo alto de la montaña. Estaba en un momento muy confuso de mi vida, y recuerdo que aquella noche le pedí a las estrellas que me guiase. Sé que puede parecer muy místico, pero han sucedido cosas increíbles desde entonces.

Incluso hoy, cuando vuelvo a casa por la noche, levantó la mirada al cielo y le guiño el ojo a una estrella muy brillante que siempre hay frente a mi terraza.
Algunos dicen que la magia no existe, ni siquiera en los libros. Y yo sonrío para mi interior y pienso:

«El simple hecho de que hoy estemos aquí, ¡ya es pura magia!»

¿No te parece? 😉



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