Mi alma debía liberar toda la maldad que llevaba guardada
por tantos meses, antes de que me consumiera por dentro y me convirtiera en un
pobre infeliz que mendigara migajas de cariño. Recuerdo el día de Halloween.
Todos estaban emocionados en ponerse sus disfraces que tiempo atrás habían
escogido, maquillaje, sangre falsa estaban presente en esos asquerosos
disfraces. Esa noche empecé a caminar sin un rumbo fijo, mi expresión cambiaba
cada vez que recordaba a la persona que me hizo odiar hasta mi propia
existencia.
—¡Maldita, Klara! – grité enojado. De repente escucho una
vocecilla.
—¡Yo te puedo ayudar a desaparecer el odio que llevas por
dentro! - dijo la voz misteriosa.
—¿Cómo harías eso?
—Simplemente te regalare una terapia a mi estilo. ¿Aceptas?
- la vocecilla disimulo la alegría que le causaba su nuevo cliente.
— ¿En qué consiste la terapia?
— ¡Entonces aceptas! Ja, ja. Empezaremos con algo simple:
piedras afiladas. ¡Mira allá! Hay un balde con cinco piedras. ¿En qué parte le
darías a la persona que te hizo tanto daño? ¡Recuerda que al impactarse también
explotan! – dijo la vocecilla. — ¡Cierra los ojos para visualizarla!
Él se dirigió al balde, tomó las cinco piedras y cerró los
ojos. Entonces en su mente apareció el cuerpo inerte de Klara. Sin pensarlo
lanzo dos piedras directamente en los ojos de ella.
— ¡Te maldigo Klara! Te maldigo por verme con esos sutiles,
dulces y tiernos ojos. ¡Te desprecio por mirarme con esa ternura que me volvía
loco!
Al incrustarse en los ojos, un grito de aterrador salió de
aquel cuerpo, inmediatamente las piedras explotaron para dar paso dos huecos en
la cara de la desdichada. La tercera y cuarta piedra impactaron sus brazos.
— ¡Malditos brazos! ¡Malditos! Me abrazabas con ellos,
demostrándome todo tu afecto, entonces, ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me
abrazabas cada vez que lo necesitaba? Sólo te burlabas de mis sentimientos al
demostrarte lo real que era.
La tercera y cuarta piedra impactaron y explotaron en sus
brazos, dejando ver rasguños y pedazos de piel por el suelo. La quinta piedra
la guardo en su bolsillo.
—¿Qué tal te sientes ahora?
— ¡Mucho mejor! – comentó efusivo.
— ¿Lo sientes verdad? - dijo tajantemente. — Cómo
desaparece el rencor. El odio se impregnaba en ti, cuando lanzabas las piedras.
La primera sección de la terapia concluyó.
La segunda parte de la terapia empezó, aunque al no ver
nada aparecer preguntó.
—¿Es todo? - comentó confundido.
—No. En esta segunda parte tendrás que utilizar tus propios
dientes. ¿Estás preparado?
Nuestro paciente, lentamente, se acercó al cuerpo de Klara.
Se paró frente al rostro de ella, respiró y besó sus labios que tiempo atrás
esperaba probar con tantas ansias. ¡Vaya! Ese delicado beso se convirtió en una
mordida letal, los dientes del chico parecían los de un perro furioso. Se logró
observar como brotaban gotas de sangre.
— La dulzura de tus labios me volvió un estúpido, que no
pudo comprender que poco a poco me dejaste de querer.
Sin avisar la vocecilla empezó la última sección de la
terapia. En las manos del sujeto apareció una espada afilada y puntiaguda.
—Sabes que hacer, ¿Te liberaras? – dijo la vocecilla
carcajeándose.
El sujeto levantó la espada para dirigir el arma a su
cuello. Sólo basto un espadazo para que el cuerpo del chico se encontrara en el
suelo desangrándose. Miró hacia arriba. Observó el cuerpo mutilado de su amada
y la maldijo por última vez. La piedra que guardaba en el bolsillo, explotó
dejando una extensa capa de polvo, dónde se escuchó a la vocecilla decir:
Estúpidas personas que aman ciegamente a un amor imposible, pero ellas no se
quieren…..
¡Mira el destino que te esperará! - carcajeándose antes de desaparecer.
¡Mira el destino que te esperará! - carcajeándose antes de desaparecer.
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