PRIMER RELATO SEMANAL DEL GRUPO DE FACEBOOK ESCRITORES Y LECTORES.
Te concedí 24h para que tu imaginación volara por cielos
desconocidos, para que hicieras cualquier cosa que quisieras conmigo, para ser
completamente tuya, sin reservas, sin excusas. Una de las cosas que más me
excitan de ti es tu inteligencia, y supiste estar a la altura: nadie había
dicho que fuesen 24h seguidas, así que fui tuya 2 horas… durante 12 días.
El primer día te recibí tímida, reservada, con los nervios a
flor de piel, pero decidida a complacerte.
Un camisón translúcido dejaba entrever la ropa interior de encaje negro. Estaba descalza y sin maquillar, y eso me hacía sentir más desnuda que nunca. Era parte del juego, entregarme a ti sin contemplaciones y sin máscaras, dejarme dominar sintiéndome vulnerable y aun así confiar en ti. Eso es lo más esencial de la sumisión.
Un sencillo collar de cuero negro y argolla plateada adornaba mi
cuello, y también llevaba un par de muñequeras a juego unidas por una fina
cadena.
Al entrar te sentaste cómodamente y, servicial, te llevé una
copa que ya había preparado para ti. Mientras bebías yo esperaba de rodillas a
tu lado, como un perro guardián, esperando a cualquier orden o señal. Me
contemplaste un rato, sin discreción, evaluándome. Hiciste un gesto y me quité
el camisón. Después, cuando terminaste tu copa, me condujiste, cadena en mano,
hasta la cama. Como ya esperabas, había dispuesto todo un arsenal de juguetes
variados para que utilizases a placer.
En primer lugar, escogiste la mordaza, que recibí diligente
cuando me la colocaste apartándome con dulzura el pelo. Es algo que la mayoría
de la gente no conoce, ese lado tierno del buen amo, la delicadeza, el respeto
por su sumisa. Son esos gestos los que hacen que todo encaje como en una
maquinaria perfecta.
Después, elegiste la cadena con dos pinzas en sus extremos, que
colocaste con la misma o más delicadeza en mis pezones, robándome un leve
gemido entre dolor y placer. Al principio cuesta acostumbrarse a la presión que
hacen, pero luego eres mucho más sensible a cualquier caricia.
Una vez colocadas las pinzas, empezaste a besar mi cuello desde
mi espalda, acariciándome suave todo el cuerpo. Me quitaste la ropa interior y
me hiciste ponerme a cuatro patas.
Noté entonces el frío inconfundible del lubricante resbalando entre mis nalgas, que empezaste a azotar con una mano mientras introducías un dedo de la otra en mi culo aún cerrado, despacio, preparándome para ti.
Entonces te desabrochaste la cremallera y entraste dentro de mí,
muy despacio, con cuidado. Mi espalda se arqueó y no pude evitar soltar un
gemido. Azote. Debía aprender a no hacer ruido, como una niña buena. Cada vez
entrabas más deprisa y más a fondo, azotándome más por el camino hasta que era
yo la que buscaba la embestida más profunda.
Entonces te corriste dentro de mi culo, dejándome mojada y con ganas de que me follaras toda la noche. Pero sólo eran dos horas, y ya habían terminado…
Pero aún
quedaban 11 días más.
Andrea G. Dones
3 Reviews
Hola! Espero y sigas con este relato por que me dejo con ganas de seguir leyendo. Escribes muy bien, me gusto.
ResponderEliminarSaludos desde mislibros-miobsesion.blogspot.mx
¡Hola, Elena!
EliminarPuedes seguir a los escritores en sus perfiles sociales.Algunos comparten contenido muy bueno.
¡Hola, Elena!
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¡Saludos! Les doy la bienvenida a mi espacio literario. ¡No sean tímidos, pueden encontrar varias secciones! Antes de irte, recuerda dejarnos un comentario y compartir nuestro espacio.