Yacía en mitad de la carretera mientras los coches pasaban
a su lado esquivándolo sin siquiera pararse.
Me empezaba a hervir la sangre, sin poderlo remediar crucé
y empecé a parar el tráfico.
Me arrodillé a su lado, sus ojos negros me miraban
tranquilos, le acaricié, su cuerpo se retorció de dolor...pude oír un leve
gemido. Mis lágrimas rodaban, miré atrás, quería gritar pedir auxilio, pero
todos eran indiferentes a su dolor y al mío.
Quise cogerlo en brazos y sacarlo de aquella carretera,
pero sus lastimeros quejidos me lo impidieron, entonces alguien en su coche
gritó: —aparta o te reviento con él.
Esther Est
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