CONOCIENDO
A LOS ESCRITORES
¿Te atreves a contestar nuestras preguntas?
Para
mí, la prioridad es ayudar a los lectores a entender el mundo. Un buen día me
di cuenta de que los chavales de hoy —tomados siempre como colectivo, porque no
todos son así— se desenvuelven en una realidad muy compleja y, a la vez,
demasiado protectora. Es un mundo complejo porque el abanico de relaciones que
giran en torno a las redes sociales, los móviles y el chat es tan amplio que ni
ellos mismos lo controlan; y muy protector, porque la adolescencia ha pasado de
ser un periodo de transición para la vida adulta a convertirse en una
prolongación de la niñez en la que los valores más importantes son vestir de
marca, consumir teleseries y pasárselo en grande.
No hay
que olvidar que esta es una época difícil en la que los chavales deben decir
adiós a su imagen de niño y asumir la incertidumbre que comporta el no
pertenecer ni al mundo infantil ni al adulto, pero tampoco debemos perder de
vista que ese exceso de protección puede acarrear problemas, primero, a los
padres y, luego, a la propia sociedad. De ahí surge La conjura de las sombras, como una fábula en la que los poderes
tenebrosos intentan derrotar a los seres humanos a través de los medios de
comunicación, las concesiones interesadas y la manipulación de los valores que
encarnan el mundo adolescente.
Como ya
he dicho, en una época en la que, como plantea Zygmunt Bauman, «todos los
valores y puntos de vista son igualmente válidos», creo que los escritores,
sobre todo los que nos dedicamos a la literatura juvenil, tenemos el compromiso
de contribuir a que las generaciones futuras sean mejores, y la forma de
hacerlo es procurando que (sobre todo los jóvenes) puedan conocer otras
realidades que los ayuden a madurar. No se trata de soltarles un discurso, sino
de prevenirles contra la manipulación, hacer que descubran los pros y los
contras de la vida para que, finalmente, puedan formarse un juicio de valor.
Precisamente
por eso, la saga La conjura de las
sombras toca temas controvertidos como la homofobia, la violencia de
género, el maltrato infantil y el bullying. Respecto de este último, quizás es
el aspecto que más se trata, la Unesco planteaba en el año 2019 que uno de cada
de cada tres estudiantes está siendo acosado por sus compañeros. Esto me parece
terrible. Cuando escribía los primeros capítulos de La hermandad oscura, no podía dejar de pensar en Jokin, un niño de
Hondarribia (España) que tras sufrir años de maltrato a manos de sus compañeros
terminó suicidándose. La pregunta es: ¿cómo nadie se dio cuenta de lo que le
estaba pasando? ¿Qué valores transmite una sociedad que lleva a unos chicos a
convertirse en verdugos y a otros en víctimas?
Llevo escribiendo desde hace tres
décadas, aunque me puse más en serio en el 2005, cuando comencé a pergeñar lo
que después se convertiría en la saga La
conjura de las sombras. En cuanto a las barreras son obvias para un
escritor que empieza: el darse a conocer en un mundo en el que cada día surgen
centenares de autores nuevos, y donde los títulos inundan el mercado hasta
hacer imposible poder separar el trigo de la paja.
A día de hoy, La hermandad oscura está reseñada en una docena de blogs; ha
recibido críticas muy favorables por parte de muchos medios, lectores y
booksgrammers, pueden encontrar casi cien reseñas entre Good Reads, Amazon,
Casa del Libro, Babelio, Corte Inglés, Fnac, etc; con puntuaciones siempre por
encima de 4/5, y sin embargo, sigue costando darse a conocer a los lectores. ¡No
digamos ya al público juvenil!
Como alguien sencillo que escribe para contar historias y que adora la paz y la tranquilidad. En los tiempos que corren, convertirte en personaje público es algo que te tiene que apetecer, y en mi caso no es así; de ahí que escriba con seudónimo. Además, tener un alter ego te permite ganar en independencia, y poder expresar libremente tus opiniones.
En cuanto a lo que realmente
importa, la obra (no el autor), La
conjura de las sombras es una saga hopepunk, corriente literaria que hace
surgir en los protagonistas una llama de esperanza y el desafío de mejorar el
mundo; dicho de otro modo, pese a lo descarnado de las circunstancias que les
han tocado vivir, superando sus fantasmas, sus claroscuros y sus
contradicciones. Los muchachos protagonistas continúan siendo buenos,
altruistas y generosos; hacen el bien porque es lo correcto y no dudan en
enfrentarse a las fuerzas del Mal, aun a sabiendas de que pueden perderlo todo.
Pero, para ello, necesitan disponer de una brújula. Esta brújula son los
valores, el código de conducta que les permitirá sortear los conflictos y
crecerse ante las dificultades.
Esta combinación de realidad y
fantasía urbana, de crítica social y misterio que surge en la primera novela, La hermandad oscura (Ed. Caligrama) se
mantiene a lo largo de toda la saga.
La clave para salir victoriosos de
los baches es la que aparece en el segundo tomo de la saga (aún en preparación)
y que te reproduzco:
«Nadie puede levantarte, solo tú puedes hacerlo. Cuando creas que no aguantas más, respira hondo y piensa: solo tengo que resistir. No puedo resolverlo todo, pero sí seguir aguantando. Si lo logras, tarde o temprano escampará la tormenta y volverá la calma». (Skorpio, p. 568)
Os
envío una foto de la primera novela. Es la que quiero que aparezca, Gracias, y
un saludo.
¡Saludos, chicos! En esta nueva entrada les compartimos una mini entrevista que le realizamos al autor G.W. March. Sin duda, agradecemos la amabilidad y disponibilidad del autor en participar en nuestro espacio. ¡A vosotros los invitamos a conocer sus libros!
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